El ser humano,
como ser biológico, está integrado dentro del flujo de energía de la
naturaleza. A lo largo de toda la historia, ha utilizado distintas fuentes de
energía para realizar una amplia gama de actividades.
El hombre primitivo podía encontrar la energía
necesaria para sus procesos vitales en los alimentos que consumía y, por otro
lado, dependía del Sol como
fuente de calor. Posteriormente
descubrió el fuego, que aprendió a utilizar con múltiples fines.
Pero fue a partir de finales del siglo
XVIII, con el comienzo de la Revolución
Industrial, cuando se produjo el gran cambio en la pautas de
consumo energético de la civilización. El progreso puso en marcha maquinarias
nuevas para la manufacturación de innumerables productos industriales,
fabricadas masivamente. Se suma a esto la revolución en el transporte que
consume impensables cantidades de energía.
Desde finales del siglo XIX, la sociedad
atraviesa etapas en las que el cambio y
el avance tecnológico son las características principales. Aparece la
energía eléctrica, los automóviles, los aviones, la industria química y la
industria metalúrgica. Se da lugar así a la segunda fase de la revolución
industrial, donde los combustibles
fósiles, especialmente el carbón,
aportaban la energía sin siquiera sospecharse el grave daño que más adelante
ocasionarían.
La tendencia a utilizar carbón como
principal fuente de energía se modifica a partir de la Segunda Guerra Mundial,
donde comienza a tomar protagonismo otro combustible fósil: el petróleo.
Actualmente se necesitan grandes cantidades
de energía para las diversas actividades humanas: agricultura, industria,
transporte, comunicaciones y otros servicios que facilitan la vida moderna. Es
por eso que el consumo de combustibles se ha incrementado espectacularmente en
los últimos tiempos.
La vida en la Tierra depende de la energía del Sol, nuestra
estrella más cercana. La mayor parte de la energía que empleamos proviene,
directa o indirectamente, de dicha estrella. Si bien nuestro planeta recibe
sólo una pequeña parte de la energía irradiada por el Sol, como ésta es enorme,
alcanza para sostener la vida de todos los organismos.
Las plantas y
árboles captan la luz solar para realizar el proceso de fotosíntesis mediante
el cual elaboran su propio alimento y liberan el oxígeno que, tanto animales como vegetales, utilizan para
respirar. Cuando se quema un trozo de carbón vegetal o de madera, se aprovecha la
energía acumulada por las plantas.
Estos combustibles se formaron a partir de seres
vivos que habitaron nuestro planeta hace millones de años. El carbón y el
petróleo guardan la energía que esos organismos habían tomado del Sol. Como
consecuencia, para mover un automóvil se utiliza energía solar almacenada.
Los generadores eólicos de electricidad impulsados por el viento
dependen de la energía solar. Los vientos se originan como consecuencia del
desigual calentamiento de las tierras y los mares. Por eso, al aprovechar la
energía eólica también se utiliza, en forma indirecta, energía
solar.
Fuentes de energía no
renovable
Su
cantidad es limitada en el planeta y su uso a lo largo del tiempo implica su
agotamiento. Fueron necesarios muchos millones de años para que los yacimientos
de estos combustibles se formaran, por ello se consideran limitados.
- Los combustibles fósiles
como el carbón, el petróleo y el gas natural, que suministra energía
térmica de la combustión.
- Los minerales radioactivos,
que experimentan un proceso de desintegración de sus núcleos atómicos,
como el uranio y que permiten obtener energía térmica de la combustión.
Fuentes de energía
renovable
Nuestro planeta dispone de fuentes de energía limpia en abundancia.
- El
sol que provee energía solar.
- El
viento o aire en movimiento, que origina la energía eólica.
- El
agua de los ríos o mares, cuyo movimiento genera la energía hidráulica,
en un caso, y la energía mareomotriz, en el otro.
- Los
volcanes, géiseres y aguas termales, que dan lugar a la energía geotérmica
(del interior de la Tierra).
- Los
organismos vivos, de los cuales, mediante procesos químicos adecuados, se
obtiene la energía de la biomasa.
- El
hidrógeno, el gas más abundante del universo, cuya combustión produce
energía térmica.
La energía
hídrica presenta un gran potencial de explotación en la zona central y sur
de Chile. Para su aprovechamiento se instalan pequeñas centrales que
posibilitan la producción de electricidad para viviendas y comunicaciones.
La energía
geotérmica es abundante en zonas volcánicas de la Cordillera de Los Andes.
Se utiliza para fines medicinales y terapéuticos. Aún no se aprovecha para la
generación de electricidad en este país.
La energía
eólica no se ha desarrollado mucho en Chile, a excepción de algunas
iniciativas en la IX y X región para producir electricidad.
La energía
de la biomasa se utiliza en la producción de gas de ciudad con la
extracción de biogas desde los vertederos.
Usemos de manera
inteligente la energía
Es necesario que todos comencemos a
consumir menos energía. El desarrollo de nuestra sociedad puede mantenerse aún
reduciendo la cantidad de energía que utilizamos para nuestras actividades.
Para poder lograrlo es necesario evitar los derroches de energía en los
hogares, en la escuela, en las fábricas y en los comercios. Entre algunas de las medidas que pueden
adoptarse está el diseño de construcciones que permitan mayor luminosidad
natural o el uso de lámparas de bajo consumo, donde la energía se aproveche de
manera más eficiente. Preferir los medios de transporte públicos, compartir los
viajes en auto, usar más la bicicleta, etc. Otra medida importante, sería la
utilización masiva de los recursos energéticos renovables, como paneles
solares, aerogeneradores, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario